Sin duda merece la pena adentrarse en las tierras ponguetas cuando la recompensa es un excelente caldo de pita (ave, para los "fisnos") con gotitas de Tío Pepe. Después de 2 biodraminas y una parada para tomar "afotos", alcanzamos el destino. Impasible tras la barra, aparece Don Jorge, alma mater de este hotel y restaurante. Si contundente es el paisaje, la comida no se queda a la zaga. Pasamos al amplio comedor con vistas al monte y pedimos caldo (¡cómo no!), pimientos rellenos y chuleta de ternera. De postre, queso de los Beyos, lácteo con denominación de origen de la zona. También dominan la fabada y los potajes. Además, el hotel cuenta con un pequeño balneario de aguas termales de verdad. De hoy en un año, Jorge. Saluda a Nieves de mi parte y hasta la berrea que viene.
martes, 19 de enero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario