Señoras y señores, Ribendel existe. La explicación es sencilla. Hay en la comarca de los Oscos un lugar que cautiva al viajero por su recogida belleza. Como salida de la nada, en la vega del río aparece de repente ante tus ojos, una antigua casona de corte asturgalaico convertida en restaurante. Olor a leña, minúsculas ventanas, portalón de entrada. Esto pinta bien. Chirría la puerta y de inmediato se acentúa el olor a chimenea. Esto pinta mejor. Enseguida aparece una elfa que amablemente te invita a sentarte a una de las ocho regias mesas. Hoy no vino Trancos, ese montaraz solitario. Estará ocupado protegiendo abalorios. Recórcholis, si además de todo esto se come bien, el sueño se completa. Pues efectivamente, se come bien, sin complicaciones. Tabla de quesos, fabada, lacón y churrasco a la brasa para compartir. Un cafetín de pota y a echar una siestuqui en la hierba. ¿Quién da más? Tiene página güeb.
miércoles, 20 de enero de 2010
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