De entrada, decir que no soy muy amigo de grandes complejos hosteleros con estrellas de esas ni gaitas parecidas. En este caso y por recomendación de mi buen amigo pucelano Javier Pirelli, quedé gratamente sorprendido tanto por la bondad de su cocina como por la calidad y rapidez del servicio. El cochinillo exquisito y las pajuelas rebozadas de cebolla (ellos las llaman de otra manera) las recordaré por tiempo.